sábado, 30 de enero de 2010

AUTENTICIDAD-AUTOESTIMA

Teoria de la mente

"Terapias de Psicología positiva", de Antonio Adserá


Aunque la Psicología positiva se dedica principalmente al estudio científico de aquellas cualidades humanas que nos acercan al bienestar y a la felicidad, creo que no hay que desmerecer sus aplicaciones prácticas para el tratamiento o la prevención de trastornos psíquicos. En mi libro "Terapias de Psicología positiva", que se puede descargar en PDF gratuitamente de Internet, hablo sobre como se puede aplicar la Psicología positiva a 5 grandes trastornos de la vida moderna: 1) Los trastornos de la conducta alimentaria: la anorexia nerviosa y la bulimia; 2) El trastorno esquizoide y la esquizofrenia; 3) La depresión; 4) Las toxicodependencias; 5) Los trastornos de ansiedad.

http://www.3temas.com/psicologiapositiva/

ACTITUD MENTAL POSITIVA

Esquizofrenia

En España, la esquizofrenia afecta en sus diversas modalidades a unas 400.000 personas y la edad de aparición está comprendida entre los 18 y los 25 años, en hombres, y entre los 23 y los 35 años en mujeres.

Esta enfermedad se caracteriza por una mutación sostenida de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo, principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización neuropsicológica más o menos compleja, que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas y a una significativa disfunción social. Las personas con esquizofrenia suelen mostrar un pensamiento desorganizado, delirios, alucinaciones, alteraciones afectivas en el ánimo y las emociones, del lenguaje y conductuales.

viernes, 22 de enero de 2010

La felicidad es un ‘estado de flujo’



el “estado de flujo” es esencialmente eso: la capacidad de concentrar la energía psíquica y la atención en planes y objetivos de nuestra elección, y que se siente que vale la pena realizarlos porque se ha decidido este tipo de vida, y se disfruta cada momento en lo que se hace.

lo positivo que suele ser el trabajo; En el trabajo generalmente se tienen los objetivos muy claros y se pueden gestionar, que es una de las cosas que produce el flujo: el saber que hay que hacer algo en concreto; y la otra es que se tiene un feedback, es decir que se puede ver cómo se está actuando, ya sea por los clientes, el jefe o los colegas, o por lo que se está haciendo, de manera que hay feedback. Una parte muy importante del flujo es que las habilidades o las destrezas están en equilibrio con el reto de lo que se tiene que hacer. Y generalmente en el trabajo se llega a equilibrar esto: está muy claro.

El cerebro, teatro de las emociones



Es muy importante distinguir entre la fase de la emoción y la fase del sentimiento. Cuando experimentas una emoción, por ejemplo la emoción de miedo, hay un estímulo que tiene la capacidad de desencadenar una reacción automática. Y esta reacción, por supuesto, empieza en el cerebro, pero luego pasa a reflejarse en el cuerpo, ya sea en el cuerpo real o en nuestra simulación interna del cuerpo. Y entonces tenemos la posibilidad de proyectar esa reacción concreta con varias ideas que se relacionan con esas reacciones y con el objeto que ha causado la reacción. Cuando percibimos todo eso es cuando tenemos un sentimiento. Así que percibiremos simultáneamente que alguien ha gritado (y eso nos inquieta), que nuestra frecuencia cardiaca y nuestro cuerpo cambian, y que, cuando oímos el grito, pensamos que hay peligro, que podemos o bien quedarnos quietos y prestar mucha atención, o bien salir corriendo. Y todo este conjunto -el estímulo que lo ha generado, la reacción en el cuerpo y las ideas que acompañan esa reacción- es lo que constituye el sentimiento. Sentir es percibir todo esto, y por eso vuelve a situarse en la fase mental. De modo que empieza en el exterior, nos modifica porque así lo determina el cerebro, altera el organismo y entonces lo percibimos.

Entrevista en http://www.eduardpunset.es/419/charlas-con/el-cerebro-teatro-de-las-emociones

Por qué nos emocionamos

no se puede elegir de dónde nace el impulso de la emoción, esto es automático, pero lo que se puede desarrollar es la capacidad de darse cuenta de que nace el impulso antes de que se actúe, es decir que hay un espacio entre el impulso y la acción. En casi todos nosotros, este espacio es muy pequeño pero se puede ir ampliando para adquirir esta capacidad, aunque sea en ocasiones para decir “no quiero responderte con enfado a tu enfado”, o “voy a hacer esto y no me va a superar la sensación de miedo”. Es duro, porque se está actuando en contra de la naturaleza, ya que no quiere que haya interferencias en ese punto.


La invasión de los sentidos

Howard Bloom explica como las personas percibimos el mundo que nos rodea a través de los cinco sentidos. Estos receptores transmiten la información a nuestro cerebro mediante impulsos eléctricos. Sin embargo, la percepción sensorial también viene determinada en gran medida por la cultura.

El jardín de los conceptos exóticos



Dentro de la psicología de las emociones, ha habido una especie de regreso a la idea de que las emociones pueden considerarse como reacciones razonables y funcionales, que cumplen un objetivo muy racional. Muchas emociones surgen cuando las representaciones convencionales sobre cómo abordar una situación se rompen, cuando hay dos personas con dos posturas que no encajan. Y ciertos problemas en nuestra sociedad no tienen una solución lógica y racional. Cuando tenemos dos perspectivas irreconciliables, este tipo de situación siempre generará algún tipo de reacción emocional. Creo que las emociones son justamente un intento de reajustar perspectivas que no acaban de encajar, para las cuales no existe una manera lógica de llegar a una síntesis. Esto sucede incluso con las emociones positivas como el orgullo. Esta emoción consiste en decir: “merezco que se me reconozca el mérito, así que debes ajustar tu actitud hacia mí para tener en cuenta que he conseguido este éxito concreto”. Es una manera de reajustar relaciones para reconocer un cambio de estatus y esto no es algo que tenga una base lógica absolutamente racional.

los demás condiccionan nuestras emociones



A menudo, imaginamos que las emociones sobrevienen de repente y que son el resultado de interpretaciones muy personales de lo que nos sucede. Pero si consideramos nuestras experiencias emocionales cotidianas, resulta evidente en primer lugar, que en su mayoría tienen que ver con otras personas. Por ejemplo, nos disgustamos cuando alguien dice algo que nos ofende. Pero nos olvidamos que estas evaluaciones e interpretaciones que hacemos mediante las emociones están condicionadas por lo que los demás sienten y piensan. Todas las expresiones faciales y conductas no verbales influyen también en nuestras propias emociones. Por tanto, si nos centramos exclusivamente en los aspectos individuales de las emociones, nos perderemos una parte enorme de información.

Coyne dice que la expresión de la depresión tiene como objetivo que los demás te consuelen y te brinden algún tipo de apoyo. Pero si las expresiones que buscan el consuelo se prolongan demasiado y se vuelven demasiado intensas, entonces los demás sufren una especie de fatiga de compasión y no pueden seguir consolándote si eso no mejora nada la situación.

El problema es cómo reacciona la persona deprimida ante este abandono aparente de las personas más cercanas. Muchas veces, lo que hace la persona deprimida es intensificar sus quejas como una especie de intento desesperado de restablecer el consuelo de los demás en lugar de reconocer que se ha quejado mucho últimamente. Y lo único que consigue es que los demás se aparten todavía más.

Ver entrevista en http://www.eduardpunset.es/429/charlas-con/los-demas-condicionan-nuestras-emociones

vivimos en el pasado